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A
consecuencia de la demora en la transportación de la
correspondencia a principios del siglo XIX en Cuba, motivado por el
deterioro de los caminos, y la necesidad de buscar nuevas
vías producto del creciente desarrollo de la agricultura y
el comercio en la isla.
Se pensó en la posibilidad de establecer líneas
marítimas de vapores de cabotaje para el transporte de
mercancías y correspondencia.
Autorizándose el 24 de mayo del 1818 la
implantación de una línea de vapores entre La
Habana y Matanzas. Haciéndose extensivo este servicio en el
transcurrir de los años.
Todo lo cual hizo posible que a mediados del siglo XIX, se utilizaran
ya de forma habitual con recorridos establecidos las líneas
de navegación de cabotaje costa norte y costa sur, las
cuales tenían como recorrido, costa norte: de La Habana a
Matanzas, a Sagua la grande, a Remedios, a Nuevitas, a Gibara, a
Baracoa, rindiendo viaje en Santiago de Cuba. Costa sur: de
Batabanó a Cienfuegos, a Trinidad, a Santa Cruz del Sur, a
Manzanillo y finalmente a Santiago de Cuba.
Los vapores hacían conexión con el tren Habana-
Batabano recibiendo la correspondencia expedida en La Habana hacia los
diferentes destinos de la ruta.
De igual forma operaba una línea de Batabanó a
Gerona, siendo la única vía de
comunicación con la entonces colonia de la Reina Amalia,
posteriormente isla de Pinos, actual isla de la Juventud.
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